Como sucede a menudo, un ciudadano catalán envió el 27 de Junio pasado una carta a La Vanguardia quejándose de la “falta de llibertat” en la elección de escuela en Catalunya. Los argumentos son los típicos del ideario liberal clásico: el estado (la Generalitat en este caso) no debería inmiscuirse en el derecho de los padres a elegir el lugar en donde estudian sus hijos. Al hacerlo, comete un acto de autoritarismo que debilita las bases de la democracia.
Las escuelas de ricos para ricos, y las de pobres, negros, moros
y sudacas, para ellos.
La carta en cuestión, además de parafrasear continuamente las declaraciones del coordinador de la Plataforma pel Dret a Decidir, empieza quejándose de que “cada any hi ha famílies que són obligades a inscriure els seus fills en unes determinades escoles.” Bueno, hasta donde yo sé esto ha existido siempre, no es nada nuevo. Para mi sorpresa, el autor de la carta, José Morales Martín de Palafrugell, añade además que “això no passa a cap país amb un mínim de serietat.” Bien, yo vivo en la ciudad de Pittsburgh, Pennsylvania, Estados Unidos, en donde la escuela a la que tu hijo puede ir también se asigna en base al lugar en donde vives. Obviamente si los padres lo desean pueden enviar a su hijo a una escuela privada por cuenta propia. Sin embargo, parece que esta es una política poco seria, según el autor de la carta, o por lo menos éso es lo que da a entender. Probablemente los países nórdicos, que obtienen cada año los primeros lugares en las evaluaciones de calidad que realizan el Banco Mundial y otros organismos, si no me equivoco, y en donde la escuela también la asignan las administraciones públicas, también caen dentro de la categoría de países sin un mínimo de seriedad, según el Sr. Morales Martín.
En realidad las políticas de asignación de centros educativos son uno de los recursos que los gobiernos tienen a la hora de redistribuir la riqueza, o más exactamente, de evitar el crecimiento de las desigualdades de clase. Estas políticas chocan con la reivindicación del derecho a escoger escuela, pero dentro de los márgenes de la elección libre de escuela privada, yo creo que una política coherente y bien planificada de asignación de alumnos a las escuelas públicas y privadas fortalece la cohesión social al evitar la formación o empeoramiento de los guetos de clase y étnicos. Así que de síntoma de falta de democracia nada de nada, más bien al contrario.
Supongo que la mayoría de miembros de la Plataforma pel Dret a Decidir también están en contra de los impuestos y esas cosas …