Archive for the Arte Category

Quinquis dels 80

Posted in Arte, Lugares with tags , , , , on julio 5, 2009 by africatalan

Vuelvo de la exposición del CCCB con un nudo en el corazón y otro en la cabeza. El de la cabeza viene provocado por el gusto de ver una exposición bien hecha sobre un tema que me gusta, que me evoca la familiaridad del barrio, y que considero fundamental para entender los referentes culturales de los jóvenes urbanos catalanes y españoles.

Sin embargo, creo que a la exposición le fallan dos cosas. Por un lado, la relación entre el cine quinqui y la realidad quinqui no estaba del todo bien tratada, a mi modo de ver. No se explica bien, por ejemplo, el paso del fenómeno real a la gran pantalla, o hasta qué punto los cineastas reflejaban la realidad o una imagen distorsionada de ella. Y el amarillismo de la prensa? No sé, te muestran páginas de los diarios, pero me hubiera gustado un estudio micro sobre un quinqui y su idealización. Como veían estos delincuentes su entronización mediática? Hay un intento de ello con el Vaquilla, pero este tema debían haberlo explorado más.

Vuelvo también de la exposición con un nudo en el corazón, porque me parece que la exposición corre el peligro de banalizar una época y unos hechos que aplastaron a toda una generación de jóvenes. Los quinquis eran uno de los síntomas de los agudos problemas sociales que desangraban a los barrios de las periferias, en una época en que el paro alcanzó niveles históricos. Cierto, estas circunstancias se ven reflejadas en la exposición, en la que se muestra la vida en estos barrios, y que concluye con una muestra de los motines carcelarios en la época. Sin embargo, este último espacio para mí no está muy bien pensado, porque lo peor de la vida quinqui no fue la cárcel. Fue la muerte. La muerte, sí, que les esperaba al final de una jeringuilla o en el cuarto sucio de un hospital, en donde murieron muchos quinquis de sida. Son ellos y ellas a los que me gustaría que se hubiera recordado con una sala llena de lápidas, para que a la gente le quedara claro cual fue el final de la mayoría de ellos, incluyendo al Vaquilla.

Javier Cercas y ser periodista

Posted in Arte with tags , , , on May 3, 2009 by africatalan

Hoy voy a reproducir un artículo de Javier Cercas que me ha parecido muy bueno.  Me servirá para hacer algunas reflexiones sobre cómo el oficio de historiador se parece al de los periodistas. Son unas reflexiones que haremos otro día, con toda certeza, porque de lo contrario nos quedaría una entrada demasiado larga.

El escritor Javier Cercas

El escritor Javier Cercas

Ahí va la columna:

El mejor artículo que he escrito

JAVIER CERCAS 03/05/2009, EL PAÍS

Yo supongo que a todos los articulistas les ocurre lo mismo que a mí: todos leen la prensa como todo el mundo, pero cuando leen una noticia o una crónica que les llama la atención, la recortan y archivan con la idea de que el recorte les sirva para escribir algún día un artículo; a veces lo escriben, pero otras no, así que con el tiempo se van acumulando en su archivo noticias y crónicas; luego, periódicamente, limpian el archivo, tirando a la papelera las noticias o crónicas acumuladas, aunque algunos permanecen en él, se resisten a ser desechados, como si el articulista todavía conservara la esperanza de que puedan convertirse en artículo. Naturalmente, la esperanza casi nunca se cumple, y al final los recortes acaban en el limbo de los artículos nunca escritos. Quizá era su destino mejor, o quizá no. Sea como sea, antes de mandar a ese limbo mis recortes más reacios a desaparecer me gustaría enumerarlos aquí, y también imaginar los artículos que hubiese escrito con ellos.

El primero hubiera sido un artículo de tono grave y gran hondura filosófica. Hubiese partido de una crónica de Pedro Zuazua publicada en enero de 2007 por este suplemento; en ella se cuenta que en una ocasión Al Pacino estaba sentado en la butaca de un cine, viendo La chica del adiós, cuando escuchó la siguiente frase de boca de la actriz Marsha Mason: “Nadie sabía quién era Al Pacino antes de El padrino”. Entonces Al Pacino se levantó de su butaca y empezó a gritar: “Eres una mentirosa, Marsha. ¡Antes de El padrino ya habías estado conmigo en una obra de teatro!”. El artículo hubiera hablado de la propensión de la ficción a infectar la realidad y hubiera mencionado a la fuerza a Don Quijote y a Emma Bovary –que heroicamente quisieron convertir en realidad la ficción–; también a la fuerza, hubiera hablado de Johnny Weissmuller, que al final de su vida se creyó Tarzán, y de John Wayne, que al final de su vida se creyó una cosa mucho más insensata: se creyó John Wayne. La conclusión hubiese sido que, quién más quién menos, todo el mundo está como una puta chota.

El segundo artículo hubiese sido de carácter reivindicativo y de tono indignado. Hubiese partido de una crónica publicada en diciembre de 2007 en La Vanguardia por Xavi Ayén; en ella se cuenta la historia de un ciudadano sueco que, tras haber intentado colarse en la gala de los premios Nobel 17 veces en los últimos 10 años, logró por fin su objetivo en la de 2007, pero la vanidad le perdió y, mientras paseaba por los salones del Stadshuset ataviado elegantemente y luciendo en su pecho unas medallas de mentira, no pudo resistir la tentación de confesar su hazaña a un reportero televisivo, lo que acarreó su expulsión inmediata del evento. El artículo hubiera protestado enérgicamente por esa expulsión, hubiera razonado con argumentos irrefutables que el ciudadano expulsado se había ganado a pulso el derecho de asistir no sólo a esa gala, sino a todas las galas futuras del Nobel, y que ninguno de los presentes en la gala tenía más derecho que él a asistir a la gala; finalmente hubiese propuesto al ciudadano expulsado para el Premio Nobel (para cualquier Premio Nobel). La conclusión hubiese sido que incluso los tipos que están como chotas sin redención conservan derechos inalienables, que deben ser respetados.

El tercer artículo hubiese sido de tono más personal y de escritura nerviosísima, por no decir histérica. Hubiese partido de una crónica publicada en abril de 2008 por Rosa M. Tristán en El Mundo; en ella se cuenta que, según investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Hitler, Mussolini, Pinochet y gente así podría tener su gen AVRP1 –un gen que posibilita que una hormona llamada vasopresina actúe sobre las células cerebrales y estimule los buenos sentimientos hacia nuestros semejantes– más corto que los otros seres humanos. El artículo hubiera estado consagrado a hablar de mi vecino de enfrente, de sus costumbres higiénicas y noctámbulas y de los preocupantes deseos que me acosan, cada vez que me cruzo con él en el ascensor, de estrangularlo antes de llevármelo a casa para descuartizarlo y comérmelo crudo o con un sofrito de tomate y cebolla. La conclusión hubiese sido una pregunta: además de estar como una puta chota, ¿tendré mi gen AVRP1 más corto que Hitler, Mussolini y Pinochet? ¿O es que ninguno de ellos se cruzó nunca con un merluzo del tamaño de mi vecino?

El último artículo hubiese sido de tono radiante y de contenido celebratorio; también hubiese sido el más sencillo. Se hubiese limitado a repetir una y otra vez una frase que, según una crónica publicada en febrero de 2009 en Abc, le dijo Salman Rushdie a Félix Romeo: “El puritanismo es temer que alguien en algún lugar del mundo esté siendo feliz. La mejor respuesta al puritanismo es la felicidad. No tenemos, de ninguna manera, que convertirnos en el espejo de las personas que nos odian. Tenemos la obligación de ser felices”. La conclusión hubiese sido que, aunque todos estemos como una puta chota, Rushdie tiene más razón que un santo.

Pero la conclusión de todas estas conclusiones es, me temo, melancólica: el mejor artículo que he escrito es el que nunca he escrito, precisamente porque no lo he escrito.

El Arte de Concha Buika

Posted in Arte with tags , , on julio 8, 2008 by africatalan

Es imposible que lo que sigue no te llegue al fondo del alma.

Dedicado a mi nena.

«In the Ashes of the Forest», un Buen Documental

Posted in Arte, Historia with tags , , , , on May 14, 2008 by africatalan

«In the Ashes of the Forest,» by Adrian Cowell. USA: Bullfrog Films, 1990.

This documentary provides a direct, on the ground view of the clash between colonists and indigenous during the colonization of Roraima, in the 1980s. Its main virtue is that it avoids to offer a manichean perspective of the colonists and the indigenous groups who suffered the ill-conceived colonization that accompanied the BR-364. The colonists are shown as what they were: poor peasants from the Northeast, or poor slum dwellers from the periphery of the overpopulated cities from the Center of the country. The responsible for the disasters of this poorly planned and worse executed program of colonization were the federal government and the local governor, who following the developmentalist discourse, and showing a tremendous ignorance of the social and environmental conditions of the Amazon, put in practice a program of colonization that was devastating for the Uru Eu Wau Wau, the local biodiversity, and the colonists themselves. The destructive slash-and-burn agriculture, the poor performance of the Amazon soil (too acid to yield substantial harvests), the absurd demarcation of homesteads, are all elements shown in the documentary. They prove the mismanagement and the ignorance that marked this process.

There are several key moments in the film. The Uru Eu Wau Wau’s first experience with the western civilization (assuming that they had never had conflicts or changed their settlement patterns before) is captured by the eye of the camera. The audience can see the agents of FUNAI developing their task of contacting indigenous groups who have never been in touch with the national society, in what constitutes a rich document about the procedures and the means of this federal agency. And the seringueiros appear as valuable cultural brokers between colonists and indigenous. Their culture, their economy, their family groups, several features of the rubber tapers as a group lead them to be half way between the indigenous and the western ways of life. Finally, the documentary has the virtue of showing what happened a few years after the colonists had settled. The misconceptions that guided those who designed the colonization of Roraima finally took their toll, and most colonists had to abandon their homesteads facing the poor results of their harvests. Large landowners would end up buying the poor colonists’ tracts of land, thus consolidating large landownership in the frontier, and pushing the advance of cattle farming across Amazonian soils, an even more devastating economic front in terms of environmental impact and social exclusion.